Un amor fugitivo

Me atas a tus manos y me gritas

se libre.

 

Mientras esas luces canten canciones tristes,

se libre.

 

Volver a ver tus clavículas o ser libre.

 

No sé, tal vez, volver a tus clavículas a ser libre.

 

Mátame y mata a la primavera, viva y entera,

que llore y duela, que sangre tu nombre en mis ojeras.

 

Me drogué y bailé con tu nombre allá por diciembre,

cuando no nieva. Se encienden hogueras

mientras tus manos blancas flores rojas siembran.

 

En ese tugurio volví a ver tus caderas:

ya no quieres bailar,

solo correr, en tacones, estando en guerra.

 

Tú corres y tus pasos en mis ojos suenan,

tu voz me ciega como tus mejillas tiernas.

 

Besarte, besarte, Madonna y hacerlo siempre.

Sentir tus dedos en mi alma y tus uñas en mi espalda.

Agacharme como un ateo a rezar a tu vientre

y comer mi pan caliente y  roto debajo de tu falda.

 

Hasta ser libre.

 

 

 

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