Los recuerdos de aquel verano

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Dicen que el primer amor se recuerda durante toda la vida, y bien puedo decir que esta afirmación es verdad, pues los recuerdos de la primera vez que experimenté el enamoramiento verdadero han cautivado mi memoria y mi alma de una manera que jamás seré capaz de olvidar.

Cuando siento que el desasosiego me invade, no tengo más que sumergirme en aquellos recuerdos únicos que me hacen sentir el hombre más afortunado del mundo, pues sé que con ella se fueron los momentos más felices de mi vida, aquellos que ya no regresarán por muchas lágrimas que deje caer de mis ojos.

Ella llegó de la misma manera que llega un rayo de sol hasta nuestra piel: cálida, de repente, y consiguiendo que un calor sin igual se apoderase de mi alma, pues jamás he conocido a una persona que con tan solo una mirada, un gesto, consiguiera hacerme sentir más feliz.

De su sonrisa y de su mirada no pude más que enamorarme locamente, por que de esta manera se convirtió en mi primer amor, un amor de verano fugaz y muy intenso, que con la llegada del otoño desapareció tan rápidamente como apareció, pero dejando un gran vacío en lo más profundo de mi interior.

Desde entonces, la he buscado, como un fantasma, en cada lado, en cada esquina, entre el gentío de una habitación repleta, pero mi búsqueda ha sido en vano, pues aunque he conocido a muchas mujeres tan solo ella mantiene vivo el recuerdo del amor verdadero en mi corazón.

No quiero darme por vencido en mi gran búsqueda, sin embargo, siento que su recuerdo se va borrando poco a poco con el paso del tiempo, hasta que dentro de muy poco tan solo seré capaz de recordar su nombre que se encuentra grabado a fuego en lo más sagrado de mi alma.

 

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